lunes, 28 de marzo de 2011

Valoración personal: El turista suicida.

El derecho a la muerte ha sido siempre una cuestión moral muy discutida. Desde la tradicional postura católica de “Sólo Dios puede dar y quitarte la vida” hasta la más actual que se refleja en este documental, en la que toda persona tiene derecho a quitarse la vida si así lo desea.

Sin embargo, no se puede hablar con tanta ligereza de este asunto. Conviene indagar más para llegar a comprender por qué una persona puede quitarse el regalo más grande de todas las personas: la vida. Y es precisamente cuando está deja de ser un regalo. En dicho documental vimos dos casos: el de Craig Ewert, cuya enfermedad neuronal le va causando daños cada vez más graves y el hecho de estar también conectado a una máquina de respiración asistida le va deteriorando aún más, causándole una agónica existencia; y por otro lado y no tocado con tanta intensidad, el de un matrimonio cuyo deseo es morir juntos, por el hecho de estar realmente enamorados.


Como dije antes, había que tratar este tema profundamente y analizar las causas que llevan a alguien a hacer algo así, y así lo hace el documental.

El profesor Ewert explica sin tapujos por qué quiere quitarse la vida y así acabar con su sufrimiento de una forma tan natural que llega a ser sobrecogedor. Consciente de que sólo le queda sufrimiento por vivir y de que puede renunciar a morirse antes de que su ciclo natural así lo quiera, demuestra una asombrosa valentía y entereza al decidirse por el suicido asistido. Una vez toma la decisión y con el firme apoyo de su pareja, decide realizarlo, previamente concedida la autorización de la suministración del sedante encargado de ponerla fin.


Para mí, sin duda lo más impactante del documental es seguir de cerca como son los 4 días antes del suicidio del señor Ewert, ver como se siente, palpar su sufrimiento y así ser capaz de entender como alguien puede querer quitarse la vida, decisión seguramente tomada de irracional por muchos antes de ver el documental. El otro caso de la antes nombrada pareja anciana cuyo deseo era morir juntos no fue tan tocado, quizá porque aún estaban sanos y por eso no se reflejaba la misma situación.  A esta pareja se le denegó el sedante y como el hombre dijo: “Aunque no me den el sedante, es tan fácil como coger una pistola y aunque no he usado nuca una, no tiene que ser muy difícil. Lo que les estoy pidiendo es ayuda para no tener que usar ese método”.

Desde luego, esto me dio que pensar, aparte del mal cuerpo que se me quedó después de ver el documental, en si tenemos derecho a quitarnos la vida, o deberíamos tener dicho derecho. Analizando el caso Ewert, naturalmente diría que sí, en lo que coincidimos muchos compañeros. Al fin y al cabo, lo que ese valiente hombre quería era no sufrir más de lo que ya para él era insufrible. Pero, ¿y en el otro caso? De alguna manera ahí también se escondía polémica, ya que la frase citada anteriormente era totalmente cierta. Si cada uno tenemos nuestro derecho a vivir de la manera que queramos, ¿deberíamos tener derecho a decidir cómo y sobre todo, cuándo morir? Desde luego, para mí, SÍ.

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